Un ejemplo de biorremediación: Bacterias que se alimentan de gasolina

13 de noviembre de 2002, una fecha que recordaremos con dolor por lo ocurrido en Galicia a manos del Prestige. 

Muchos trabajaron y se volcaron en la eliminación del vertido: voluntarios e ingenieros venidos de muchos lugares. Todos querían colaborar en la limpieza, hasta unos seres microscópicos, unas bacterias que residían en esas mismas costas. Estos microorganismos autóctonos eran capaces de degradar los hidrocarburos que componen el petróleo en CO2 y finalmente, les llegó su turno. 

 

Esta descontaminación realizada por bacterias y otros microorganismos se denomina biorremediación. Esta técnica se había usado ampliamente para regenerar suelos contaminados. Dichos suelos pueden ser recogidos y en condiciones de laboratorio (óptimas y controladas), pueden ser regenerados: lo que se denomina biorremediación ex situ. Sin embargo, en el caso del Prestige, el tipo de biorremediación fue in situ, en el propio lugar. Una técnica que ya se había empleado,  pero nunca para limpiar los tanques de un buque hundido a 3.850 metros de profundidad.

Pseudomonas putida, pequeña pero glotona

La bacteria que se empleó para dicha tarea fue Pseudomonas putida. Estas bacterias son capaces de vivir tanto en agua dulce como salada y son capaces de consumir un gran número de xenobióticos como los hidrocarburos e incluso algunos plaguicidas sintéticos. Dichos microorganimos tienen una gran diversidad metabólica, lo que les permite tener varias vías enzimáticas para degradar diferentes compuestos y poder alimentarse de ellos. Estas enzimas, son capaces de romper las cadenas de los hidrocarburos y metabolizarlas de manera que los utilizan como su fuente de carbono, una fuente de energía. Además de residuos orgánicos, también se libera CO2 y agua. Una vez que acaban su fuente de alimento (los hidrocarburos), la zona queda descontaminada. 

Fueron los microbiólogos Concepción Calvo y Jesús González, del Instituto del Agua de la Universidad de Granada, en colaboración con la Universidad de Tejas A&M, los que estudiaron que estas bacterias autóctonas, podían degradar estos hidrocarburos en condiciones tan extremas con la profundidad a la que se encontraba el buque. Además, para acelerar el proceso, se enfocaron en la búsqueda de posibles estimulantes y nutrientes que hicieron que la proliferación de las bacterias fuera mayor y así también la eliminación del petróleo fuese más rápida.  Parece que estas bacterias no eran muy exigentes, ya que la mezcla de nutrientes ideal estaba compuesta por una receta de sales de nitrógeno, fósforo y potasio y una pizca de hierro.

Un oscuro golpe que dio luz a nuevas investigaciones

Este fatídico acontecimiento reforzó las posibilidades de las bacterias en la gestión de residuos y 18 años después, se ha seguido avanzando en las posibilidades de los microorganismos en este área. Se estudian nuevas bacterias y hongos, así como nuevas técnicas de limpieza biológica para eliminar compuestos contaminantes y tóxicos hasta hacerlos inocuos. No sólo los hidrocarburos como en el caso del Prestige, pero también metano, metales pesados, sustancias radioactivas, sustancias explosivas, fenoles y contaminantes orgánicos entre otros. Así, nuevas investigaciones pueden ayudarnos a desarrollar nuevos métodos de biorremediación.

Aunque muchos de los microorganimos que se emplean son muy resistentes a condiciones extremas, también es necesario favorecer ciertas condiciones fisicoquímicas como la temperatura, disponibilidad de oxígeno (en caso de microorganismos aerobios, que necesitan el oxigeno para vivir, igual que nosotros), pH y así optimizar su actividad metabólica.

Y al igual que Robert Duval dijo, en la película de Apocalipsis Now, mientras paseaba por el campo de batalla teñido con combustible, nuestra bacteria protagonista, Pseudomonas putida, opina lo mismo: "Me encanta el olor a napalm  por la mañana".









 

 


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